jueves, 11 de noviembre de 2010

Vox Populi

Personajes:

Padre Damián: Hombre de 47 años. Viste sotana café, debajo de ésta pantalón beige y zapatos negros. Cabello peinado hacia atrás. Alicia: Niña de 11 años. Viste vestido azul, calcetas y zapatos blancos.

Padre de Alicia: Hombre de 35 años. Viste pantalón de mezclilla, camisa a cuadros, chamarra de piel negra y botas del mismo color. Voces en off.

Escenografía: Pequeña y pintoresca iglesia de pueblo. Al fondo se encuentra un altar con un enorme cristo y a los pies de éste muchas veladoras.

El padre de Alicia entra a la iglesia llorando, lleva a la niña tomada del brazo casi arrastrándola.

Padre de Alicia: ¡Padre Damián! ¡Padre Damián! ¡Ayúdeme por favor! Por lo que más quiera salga a mi auxilio.

El sacerdote entra corriendo de la parte trasera abotonándose la sotana.

Sacerdote: ¿Qué pasa, hijo? ¿Qué puede ser tan grave como para venir a gritar a la casa de Dios?

Padre de Alicia: Padre, me he quedado solo, más de lo que estaba cuando murió mi Conchita. Siquiera en ese momento me consolaba la esperanza del futuro, de ver a mi Alicia convertida en una mujer de bien, de hogar. Ahora lo único que quiero es morir para no saber nada de lo que le espera. Ni siquiera me interesa ver muerto a ese desgraciado que me ha quitado mi única razón para vivir. Sacerdote: (Confundido) Pero de qué hablas, hijo, no te entiendo. ¿Cómo que te han quitado tu única razón de vivir? ¿No ves que traes a tu hija sujeta del brazo cual si fuera un animal? Suéltala por favor y explícame lo que ha pasado.

Alicia se sienta en las escaleras que llevan al atrio y continúa llorando desesperadamente. Su padre y el sacerdote se sientan en una banca.

Padre de Alicia: Yo sé que fue mi culpa, padre, la descuidé y ahora pagaremos los dos por eso. Ayer doña Remedios no pudo cuidarla y yo tontamente pensé que estaría bien. Fui un idiota. Como si no supiera que en este maldito pueblo no puedes descuidarte ni un segundo. Al llegar del trabajo la encontré en un rincón, llorando, con miedo. Me han deshonrado a mi hija, padre.

El padre de Alicia se levanta, la toma del brazo y se la entrega al sacerdote.

Padre de Alicia: Aquí se la dejo, padre. Los dos sabemos que si no la protege usted la matará la gente del pueblo que ya se han enterado de su deshonra.

Se oyen a lo lejos muchas voces.

Padre de Alicia: ¿Escucha eso, padre? Es la gente del pueblo que ya viene por nosotros. Yo me voy de este maldito lugar, a donde la vergüenza no me alcance. Cuídese, padre, porque esa gente no respeta ni la casa de Dios. (Sale corriendo.) Las voces antes lejanas se escuchan ahora cerca, el padre cierra las puertas de la iglesia y se dirige al altar.

Sacerdote: (Hincado ante el altar.) ¡Dios mío, qué debo hacer! ¡Ayúdame por favor, ilumíname! No puedo esconder a esta niña como si nada hubiera pasado, me echaría encima a la gente del pueblo. ¡Ayúdame, Dios mío, ilumíname! (Toma un rosario y ora en silencio.) Se escucha una multitud enardecida gritando y golpeando la puerta. Alicia se levanta y corre hacia donde está el padre Damián.

Alicia: (Nerviosa, jalando la sotana del padre.) Padre, ayúdeme por favor, ya están aquí, vienen por mí.

Voces en off: No la esconda, padre Damián, no tiene caso. Sabemos que está ahí. No trate de proteger a una impura.

Sacerdote: (Gritando) ¿Qué quieren? Váyanse.

La gente sin escuchar sus palabras sigue gritando y golpeando fuertemente la puerta.

Voces en off: Usted no lo entiende porque es nuevo aquí, pero esta es la ley del pueblo y nadie va a venir a cambiarla. Entréguenos a la niña o aténgase a las consecuencias.

Entre los gritos el sacerdote toma a Alicia del brazo y se dirigen hacia la puerta.

Alicia: (Desesperada) No, padre, yo no tuve la culpa de lo que me pasó. Me violaron, no les haga caso, se lo suplico.

Sacerdote: La única manera de purificarte es entregándole tu cuerpo y tu alma a Dios. Entiéndelo, es lo mejor para ti.

Alicia: Yo no hice nada malo.

Sacerdote: Hija, la voz del pueblo es la voz de Dios: el pueblo siempre tiene la razón. Entrégate a él.

Le da la bendición, abre la puerta y entrega a Alicia. Al cerrar la puerta se dirige al altar. Se hinca, se persigna, saca nuevamente su rosario y comienza a orar.

Oscuro.